domingo, 21 de febrero de 2010

un cuarto

El vació se llena y son las ganas de ir a buscarte las que no me dejan dormir
O levantarme
de todos modos no te voy a buscar
al menos no físicamente.
Salimos a caminar hacia la estación de tren y nos perdimos, ignorancia del que no es local. Claro que no evitó hacernos sentir idiotas, temer estar en otro pueblo (eso) eso pasa cuando te dejas llevar, apagas ese bichito controlador que te agota los 365 días del año. Confías.
Al igual que ayer cuando decidí no ir a encontrarte. Tal vez por orgullo, en contra de este sentimiento que me hunde el pecho y me lleva a ese lugar vulnerable que solo vos me podes llevar y traer de vuelta. Divina ironía del enamorado.
Pero si ya anocheció.
El dia se pasa entre mates, siestas y visitas de señoras que envejecen con la gracia de aquel que vive desconectado del mundo.

Te esfumaste otra vez por un segundo, cuando la abuela hizo un comentario gracioso y todos reímos desaforados en la cena. Vino rosado y los restos del mediodía.
Vuelvo a sentarme en el sillón que da a la ventana en esa especie de cuarto que obra como hall, living comedor y nada de eso importa, como tu nombre. Es muy temprano para decirlo y otorgarle todo el peso de tu cara, que ahora no recuerdo.
Siempre pasa lo mismo, es como el dejo de un sentimiento y me confunde el haberlo vivido. Es un círculo la necesidad de corroborar que existís, que yo existo.
Bajo el cielo de una noche de enero, no tiene sentido estar en este cuarto. Salgo a la calle de tierra sin importar haberme olvidado las ojotas, ni tener puesta la ropa de dormir.
Si estoy sola
El cielo es extenso y no es dato menor, esa particularidad alivia mis ansiedades. No puedo creer cuantas estrellas nos perdemos por vivir en la ciudad. A veces me pregunto si soportaría subsistir en otro lado, todo reside en la costumbre y las ganas de cambiar. Me digo y creo.
Por un momento siento que si pienso en vos, apareces en la esquina caminando con el propósito de encontrarme, aunque nunca junto la autoestima suficiente como para imaginarme el final feliz.
Mi certeza es la realidad.